Mi territorio actualmente se encuentra entre lo rural y lo urbano. Este domingo, durante el camino desde la ciudad de Puebla a la comunidad de San Jerónimo Tecuanipan, me fue posible observar en todo su esplendor a los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Esta vista me permite reflexionar que, si bien pareciera que desde las zonas urbanas nos encontramos bastante lejos de lo rural, en realidad, estamos mucho más cerca de lo que a veces percibimos y la relación que compartimos es indudable. Sin embargo, me conflictúa que el impacto que han tenido las áreas urbanas en las rurales ha sido, principalmente, negativo; que continúan creciendo sin un límite aparente y que parecen no conformarse con espacio que ya ocupan y el despojo que en algunos casos han generado. Poco a poco, los cambios que esta pandemia han generado demuestran que somos en realidad dependientes del campo y los saberes que en él se encuentran, no pierdo la esperanza de que una nueva forma de valorizar la vida rural comience a crecer en cada uno de los habitantes de la metrópolis.